domingo, 23 de octubre de 2011

nadie se va a reír

...Sí, mi residencia permanente está en Litomysl; tengo allí a mamá, a mis amigos y los recuerdos de papá; cuando puedo me voy de Praga y estudio y escribo en casa, en el pequeño piso de mamá. Así fue como mantuve formalmente mi residencia permanente en casa de mamá, y en Praga no fui capaz de conseguir ni siquiera un apartamento adecuado, como Dios manda, y por eso vivía subalquilado en Vrsovice, en un altillo, en una buhardillita completamente independiente, cuya existencia procuraba en la medida de lo posible ocultar para que no se produjeran innecesarios encuentros de indeseados huéspedes con mis compañeras provisionales de piso o mis visitantes femeninas.
No puedo negar que éste era uno de los motivos por los cuales no gozaba en la casa del mejor renombre. Durante algunas de mis estancias en Litomsyl les había prestado la habitación a amigos que la utilizaban para divertirse, y se divertían tanto que no permitían que nadie pegase ojo en el edificio durante toda la noche...
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El libro de los amores ridículos, Milan Kundera, pág. 16.

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